24 de junio de 2008

Nevi


     Nevi es el guardián de la isla de Lula. Siempre está oteando el horizonte y olisqueando el aire en busca de algún cambio repentino o extraño. A menudo suele avisar cuando hay algo raro en el ambiente. Aquí, en la isla, casi nunca pasa nada, pero cuando pasa es digno de contarse.


    Aún puedo recordar cuando a la estatua del General le dio por pensar que ya estaba cansada de ver siempre el mismo paisaje desde su posición en el centro de la plaza del centro de la isla de Lula, y decidió moverse, con pedestal y todo, hacia un lugar un poco más a la sombra, en uno de los lados de su plaza.


    Se armó un gran revuelo porque en aquella época había un nido de jilgueros sobre la silla de su caballo y los jóvenes pájarillos, recién nacidos, no querían cambiar de domicilio tan de repente y sin haber tenido la posibilidad de revolotear por aquella zona. Al final se llegó a un acuerdo, y el General decidió posponer su mudanza tres meses, para que los polluelos pudiesen aprender a volar…


    Eso sí, al llegar el día del “Movimiento del General”, hubo una gran fiesta. Hubo bailes, cantes, cenas (porque en la isla de Lula, si hace falta y la noche se alarga, cenamos tres o cuatro veces)… Y todos los años, desde entonces, cuando llega ese día señalado, el alcalde de la isla se dirige a la estatua del General y le pregunta si quiere volver a cambiar de sitio. A veces el General tarda mucho en responder (es complicado hablar cuando eres una estatuta y tu lengua es de bronce), pero mientras tanto, todos preparan la gran fiesta.


    Sea cual sea la respuesta, siempre se celebra, y siempre junto al General, que agradece el bullicio a su alrededor, porque es muy aburrido ser estatua y tener que estar siempre en la misma posición, sin más compañía que los pájaros.


    Pero Nevi lleva varios días olisquenado algo en el aire. Aún no sabemos lo que es, pero creo que muy pronto saldremos de dudas.


    Por cierto, el General, este año, no ha querido moverse de debajo del gran árbol milenario de la plaza. El sol parece más ardiente que nunca a mediodía, y allí debajo no se le recalienta demasiado su sombrero de bronce.


    Seguiremos pendientes del olfato de Nevi. Algo grande parece estarse preparando…

23 de junio de 2008

La isla de Lula


     Yo soy los ojos de la isla de Lula. Sin la isla yo no sería nada, pero tampoco sería posible que la isla subsistiera sin mí, porque nos necesitamos mutuamente. ¿Por qué elegí la isla de Lula? Sencillo: me gusta. Es un sitio tranquilo, divertido, extraño… Aquí no se viene a descansar, se viene a vivir. A vivir todas esas cosas que siempre hemos querido vivir y no hemos podido, o no nos han dejado.


     Pero en la isla de Lula, a veces, también ocurren cosas horribles. Cosas que perturban la paz y la tranquilidad pero que, por contra, nos ayudan a retomar la normalidad con más ilusión, más fe y más esperanza en la Felicidad. De todas formas, me encanta este sitio. Y a vosotros os encantará cuando lo conozcáis. Para eso estoy yo aquí: para ser vuestros ojos, los míos propios y los de la isla. ¿Mi nombre? Llamadme Sallie.